
Se fueron las semanas de la moda. NY, Londres, Milan, París y tantos otras. Cada vez es más confuso, ya no es lo de antes, cuando la moda nos daba algo para sonreír, recordar y nos llenaba de fantasía, inspiración, hasta deseos de llegar a ella. Había aspiración, sueños y fantasías sin apartarse del arte y la artesanía del diseño.

Todo me confunde ahora. Ver las pasarelas y sus colecciones, llenas de color, audacia, arrogancia, vulgaridad, excesos. Cada vez es más mi curiosidad saber qué pasa con «Les Petit Mains». Me hago la pregunta ¿Qué piensan al ver sus obras terminadas en la pasarela? Sin duda debe haber un impacto en sus cabezas recorriendo los diseños de antaño hasta el día de hoy. No han perdido la pasión, la dedicación, su «savoir-faire», son ahora mudos testigos de la evolución y paso del tiempo.


Como decía Balenciaga, un buen modisto debe ser:
Arquitecto para los patrones
Escultor para la forma
Pintor para los dibujos
Músico para la armonía y filósofo para la medida

¿Vemos eso hoy o solo arrogancia, hasta asesinar una marca producto del ego suicida del diseñador?


Del culto a lo feo, pasó a lo antiestético y la moda se ha apropiado de un estilo callejero, hasta convertirlo en un disfraz de lujo.

Debemos renunciar a ponernos prendas bonitas. Ya no hay que apostar por la belleza ni por la femineidad. Da igual ahora lo rebelde que te sientas, hay que seguir alimentando la industria. Todo pareciera enfocarse en que hay que derribar los perjuicios que la sociedad ha construido en nombre de la belleza.

La investigación de la fealdad es más interesante que la idea burguesa de la belleza.
Miuccia Prada dijo una vez:
Lo feo es humano. Toca el lado desagradable y sucio de la gente.
