Ya es una leyenda, una leyenda que ya se perfilaba como tal mientras vivía. Hace un año el mundo de la moda se conmovía al conocerse la muerte de Karl Lagerfeld, a los 85 años, pocos días antes de que se presentara en el Grand Palais de París la que sería su última colección. A un año de la triste noticia el «Kaiser» sigue estando tan presente como lo estuvo en vida en la memoria popular y sigue siendo un referente recordado por su versatilidad no solo en la moda sino también en la fotografía, el dibujo y la decoración, entre otras áreas, y su talento para reinterpretar todos los códigos más tradicionales de Chanel.
Siempre he dicho que me siento afortunada, tanto en la vida en general, como en mis aventuras periodísticas. Un poco por casualidad llegué al mundo de la moda y tuve la suerte de hacerlo con todo el glamour que da el comenzar reporteando los desfiles de Chanel en el Grand Palais de París. Hace casi 6 años fui por primera vez espectadora de la pasarela de una de las más icónicas Maison de la moda y al terminar, Karl Lagerfeld, diseñador y Director Creativo de Chanel, caminó la pasarela entera con ese paso seguro que da la satisfacción de crear y deleitarse en la belleza del resultado. La ovación y los aplausos confirmaban ese nuevo triunfo.
Sin conocer bien el ritmo de los desfiles, al terminar aproveché de caminar un poco observando a la gente y cada detalle de la decoración también. De pronto, en medio de un tumulto de gente entre quienes estaban Kate Perry, Vanessa Paradis y Caroline de Maigret, me pareció ver una coleta blanca que reconocí. Me acerqué y tras tomar algunas fotografías, al bajar la cámara por unos segundos nuestras miradas se cruzaron y del alma me salió “la collection est simplement magnifique!”, mientras le miraba. Una ligera mueca de una sonrisa y un pestañeo como para aprobar el comentario del mismísimo Kaiser y yo con la sensación mágica de quién ha visto a un personaje que ha revolucionado y ha hecho historia.

El hombre fue un enigma y fue el perfecto ser mágico, misterioso, creativo e incansable que pudo revivir una Maison Chanel que a comienzos de los ‘80 se veía antigua y de camino al olvido. Revitalizó la marca y la casa completa, la transformó en un permanente objeto de deseo, pero sin traicionar el alma de la maison. La reinventó desde su propia historia, así como Mlle Chanel se reinventó a sí misma tantas veces y la hizo clásica y contemporánea, eterna y actual, soñada y real.
Hay tanta leyenda en su historia. Desde su edad misma que tantas veces estuvo en las tinieblas, desde su llegada a París, desde su paso por Balmain, Jean Patou, Chloé y Fendi. La amistad que se transformó en enemistad y eterna competencia con Yves Saint Laurent y el papel del díscolo Jacques de Bascher, quien dicen que fue quien le dio el nombre de “kaiser” y tras cuya muerte se cuenta que comenzó a llevar en forma permanente esos lentes oscuros que se hicieron tan parte de su imagen como sus impecables camisas blancas.

Me han contado que trabajar con él no era sencillo, como tampoco entrevistarlo, de hecho, podía ser brutal y deslenguado, con la misma naturalidad con la que pedía una Coca-Cola Light. Sin embargo, como él mismo lo dijo y otros tantos lo corroboran, el hombre era un genio y una máquina. Las colecciones fluían, los bocetos, los equipos de producción, las fotos que hacía él mismo y el resultado, colección tras colección, un Grand Palais que se transformaba en un escenario distinto, el de un nuevo sueño, el de una nueva aventura, donde las luces marcaban la atmósfera, la música envolvía y las modelos se desplazaban con la gracia de siluetas a veces etéreas otras veces majestuosas. Y todo eso había comenzado en la cabeza de un hombre, de Karl Lagerfeld, a quien ahora lloramos agradecidos por haber puesto su creatividad y pasión en un capítulo de más de medio siglo de moda y estilo.